martes, 18 de mayo de 2010

Hoy es sábado pero en un momento de vacas flacas en el curro y con una extraña fuerza de quitarme horas de delante del facebook (cuando no hay trabajo pero aun así tienes que estar delante del ordenador las horas correspondientes te vicias a todo), me comprometí a hacer una lista de proyectos sanitarios para el presidente del distrito sanitario para el próximo lunes y aún no he terminado.

Como he dicho, hoy es sábado y aunque los albañiles llevan desde la siete de la mañana metiendo caña a esos ladrillos de cemento, me he permitido el lujo de quedarme en la cama remoloneando hasta las 10.30h... Y es que en España tenemos muy hecha esa frase de "pegarme el lujo"... si para nosotros eso es lujo, qué será para los senegaleses? por que si no trabajan no reciben dinero y no comen... pero es que si la cosa se quedara en no comer un día..., pero es que si no comes tú no come la familia... es rara la persona que destina todo el dinero para su propia manuntención... aqui, lo normal, es que la persona tenga tras de sí, la carga de 4 personitas mínimo, que o bien son mujeres (sin trabajo aunque hayan terminado los estudios), o son los peques de la casa, una abuelilla, un hermano en el paro (y su respectiva familia)... no sé, se me ocurren muchas opciones y todas válidas y muy posibles por aquí...

En Zinguinchor, la persona no puede decidir solo pensando en él o ella...

Por otro lado quería contaros que ayer, fui al Hospital Regional (otro diferente al que fui la primera vez) para donar sangre... menos mal que lo visité por que si no la impresión que me iba a llevar a España de la sanidad de Senegal dejaba mucho que desear... No, las infraestructuras nos son como las nuestras, pero al menos dan sensación de higiene y orden... los colores de los edificios son blanco y azul celeste... cada edificio es para una especialidad (maternidad, minusválidos, hospitalización...)... casi todos unidos con pasillos o porches entre los que hay grandes jardines o zonas de descanso... Tienen más luminosidad que el Infanta... puede que sea gracias a que el único vehículo que puede introducirse es la ambulancia... lo demás son personas para un lado y otro... Recorriendo la maternidad, aprovechando todas las puertas abiertas para ver las condiciones, vi a tres peques en las incubadoras... Bueno... en serio... que salí muy contenta de ese Hospi...

Ala... que me voy, que solo quería compartir con vosotros lo que venia pensando de camino a la ofi...

miércoles, 20 de enero de 2010

El viento me habla

Hoy decidí subir sola por la pradera de la facultad, ya había anochecido pero no me daba miedo. No suelo tener miedo por volver sola a casa y menos si el sitio me inspira serenidad o cierta confianza en mí misma y a mi alrededor, como es el caso.

Casi al terminar la cuesta más empinada se aglomera un grupo de amigos que de lejos puede intimidar pero que como no se mueven de allí no te queda otra que pasar por su lado. Antes de llegar a ellos de forma muy esporádica pequeños duendes se han camuflado en forma de arbustos… suena muy fuerte el viento… me susurra, me impulsa en el último tramo…quiere decirme algo pero no me doy cuenta.

Hay mucho movimiento, hay mucho jaleo, difuso jaleo… pero la noche está en calma, está templada. El viento sopla contra mí pero no me siento débil, me siento arropada. Sigo sin darme cuenta de que me quiere decir algo.

Cuando las cuatro paredes donde vivo me achuchan y llenan el espacio de bochorno para asfixiarme (aún siendo pleno invierno y abriendo las ventanas), salgo con poco abrigo a respirar. Salgo a sentir ese aire en las manos, en la cara, incluso en los pies cuando me atrevo a salir con sandalias.

Esta noche ha vuelto a decirme algo. Esta vez les oí, pero no sé que me han dicho. Con una extraña, pero no incómoda sensación, me siento empujada a entrar en el corrillo de árboles que veo no muy lejos pero sí muy oscuros. Una rama me invita a entrar. Accedo a ser empujada y me dejo llevar.

Intentan llevarme al centro. Se manifiesta en mí cierto pudor por mirar hacia el cielo y verme envuelta en ellos. Después, todo sucedió lentamente; difuso, pero lento. Me embargó una desazón y unas tremendas ganas de llorar. Sigo mostrando respeto por entrar al círculo. Algo dentro de mí, no me dejaba tocar el tronco. Decidí afrontarlo paso por paso: primero las puntas de los dedos, después la palma, las dos manos…tocar el nudo, sentir la energía… Al regresar a las cuatro paredes, la pesadez había desaparecido.

Los árboles me han hablado a través de la energía y ha sido muy bonito, pero a la vez muy frustrante. Es una sacudida interna similar a lo que sentir cuando rompí la guitarra a golpes contra una roca. Es…difícil de explicar.

Caen, Enero de 2009